“Una muestra une a los artistas sevillanos más relevantes de los últimos años”, así titula el ABC del 05/06/2002 su reseña sobre una exposición colectiva que reunió a pintores de generaciones muy distantes. La selección de artistas consagrados contaba con maestros de las vanguardias sevillanas, desde los años 50 a pintores de los 80 y algunos creadores más emergentes.

De izquierda a derecha en la fila superior: Paco de la Matta, Ricardo Casstillo, Ignacio Tovar, Javier Buzón, Manolo Cuervo, Ángeles Gómez-Millán, Manuel Enrique Balón, la comisaria Belén Chueca, Manuel Salinas, Paz Pérez, Pedro Simón, y los maestros Miguel Pérez Aguilera y José Luis Mauri.
En la fila inferior: Concha Ybarra, Jaime Burguillos, Paco Broca, el concejal Pablo de los Santos, Ricardo Suárez, Alfonso Cintado y Javier Velasco.

La selección se rigió “por el trabajo bien hecho de los artistas a lo largo de sus trayectorias y sobre todo por la calidad de sus obras de arte, que son las que realmente deben hablar por sí mismas” explica la comisaria Belén Chueca, en la presentación del catálogo.

Los más veteranos, Ignacio Tovar, Pérez Aguilera y José Luis Mauri, son claros reflejos de la ruptura que se produjo a finales de los años sesenta en la pintura sevillana, y que dividió en la década siguiente el trabajo plástico en dos tendencias: la nueva figuración y la abstracción. En esta colectiva participaron con sus obras más recientes, y junto a ellos los jóvenes pintores más relevantes de ese momento en Sevilla.
Pincha aquí para ver el catálogo:
En el año 2002, la situación política había ensombrecido el respaldo institucional a la cultura. Poco a poco los políticos andaluces abandonan aquel alegre apoyo que habían prestado a la cultura en los años ochenta y noventa. En los inicios de los 2000, apenas se observan iniciativas institucionales. Son cada vez más escasas las exposiciones que los distintos organismos ofertaban a la ciudad.
Ante este panorama, los artistas, para sobrevivir se vieron comprometidos a ser meros ejecutores de los intereses de galeristas, de los mercados o de políticas globalizadoras aplicadas al mundo del arte. Muchos de estos pintores, que se habían hecho un nombre unos años atrás, se vieron forzados al exilio en sus estudios, fuera del gran escenario y relegados al anonimato.

Ricardo participaba de este declive haciendo equilibrismo desde su estudio en la calle Pascual de Gayangos 15 Acc de Sevilla. En la colectiva 30 Artistas sin una Llave colaboró con su sugestiva obra CRONOS, encabezada por el lema “de no vale nada el tiempo CRONOS se encarga”. Como empieza a ser habitual en su trabajo, tras la trascendente serie Cruces en el Camino, esta obra de la serie ALJEZ COLORS (colores al yeso) es una explosión de color.
Sobre el lienzo, a modo de pizarra, trabaja con una pluralidad de formas suaves no exentas de una inquietante advertencia sobre el tiempo y la fragilidad de nuestro paso por la vida, «creando una escenografía dibujada con apenas unos trazos que parecen proceder del sustantivo abstracto al que se refieren: la memoria, el recuerdo» comenta la comisaria Belén Chueca en el catálogo.
7 POEMAS PARA CANTE JONDO

El Río Guadalquivir pasa por Lora, Lora del Río, titula Casstillo esta obra con la primera estrofa de la copla Barquerito del Lora, de Marisol Reyes. https://youtu.be/MlpK2v0twWI?si=Seuw8baNdKKkPBbR
Esta curiosa manera de titular un cuadro nos desvela una faceta de Casstillo poco conocida, su interés por el flamenco.
En la infancia de Ricardo Casstillo, como en muchas otras familias españolas, las madres escuchaban copla en la casa. Pero, especialmente, en la suya su hermano, su tía Carmela y su primo eran grandes cantaores aficionados al flamenco. Allí nunca faltaba una placa de Rafael Farina en el tocadiscos, o algún palo de cante jondo.
Era una época feliz, una niñez rodeada de una gran familia de siete hermanos. Sin embargo, para España fue la etapa más oscura del siglo XX, la época de una represión gris y la mordaza en la boca. Su padre era un hombre crítico con el régimen y de profundos ideales democráticos, que transmitió a sus hijos y que calaron en Ricardo.

Este cuadro de Casstillo combina ese aprendizaje y aquella música que alegraba sus primeros años. La silueta blanca, signo propio de su pintura, exhala a través de un pequeño tubo una explosión de curvígrafos en los que llevan enredados unas manos que se expresan en la lengua de signos: violencia, fuerza, exigencia, y advertencia. Símbolos del dominio y control del sistema que envuelve al hombre, sostenido en su mano izquierda. Nuevamente, la crítica social y el hombre en el centro de su obra.
En su madurez, fruto de su educación en el flamenco, Casstillo compuso 7 poemas de Cante Jondo en otros tantos palos: petenera, seguiriya, taranta, alegría, soleá, tango y bulería.

Pepa Pineda Villarrubia, Sevilla a 9 de octubre de 2023
5 respuestas
Que especial era …!
En la foto sorprende la Juventud y tabien la de mi prima; Paz Perez Ramos( que joven!)
Bueno… el paso de la vida deja experiencia y también pérdida de amigos que están en el corazón como Ricardo!
Gracias, Ángel.
Tu prima Paz Pérez Ramos tiene una instalación delicadísima y preciosa en la exposición de la Casa de la Provincia en estos días.
Se ve que la sensibilidad y la creatividad os viene de familia.
Un abrazo.
Precioso ,agradecido Amor ,y bien
Gracias a ti, Emilio.
Cuánta creatividad albergaba en su ser. Lo admiro tanto. Gracias por este blog.