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2001 SOLIDARIOS – EL EREMITA
Ricardo Casstillo el artista

Un grupo de 10 voluntarios vuelve a montar, por cuarta vez, una de las principales citas artísticas de aquel año 2001. Coordinados desde 1995 por el epidemiólogo asturiano, Marcelino García, aquella pequeña organización de jóvenes artistas, psicólogos y maestros consiguen nuevamente que los grandes del arte contemporáneo regalen una de sus obras para el Comité Antisida. «La exposición-subasta del Comité Antisida consigue la solidaridad de 92 artistas» titula Margot Molina su artículo en El País del 18/11/2001.

Y continúa dando cuenta de esa larga lista de artistas de toda España «José María Sicilia, José Manuel Broto, Carmen Calvo, Alberto García Alix o Soledad Sevilla, ninguno de ellos andaluces. A éstos se suman un nutrido grupo de andaluces, también con proyección internacional, como Guillermo Pérez Villalta, Luis Gordillo, Federico Guzmán, Patricio Cabrera, Juan Lacomba, Nuria Carrasco o Pedro G. Romero» y, entre ellos, Ricardo Casstillo, como en todas las convocatorias que este Comité organiza cada dos años.

Portada del catálogo a cargo de Richard Channin Foudation

La subasta, que se celebró el 4 de diciembre en el Hotel Inglaterra, sacó las 92 obras donadas, entre pinturas, fotografías, esculturas, vídeos y objetos, por un 50% de su valor en el mercado. Los precios oscilaban entre las 100.000 y las 200.000 pesetas (600 € a 1.200 €).

Entre los más jóvenes que donaron obra y además crearon la portada de este catálogo, estaba el grupo de veinteañeros Richard Channin Foudation (Miki Leal, Juan del Junco y Fer Clemente). Todos, desde el fotógrafo que reproduce las obras para el catálogo, Claudio del Campo, hasta el galerista que supervisaba el montaje, Rafael Ortiz, lo hicieron por amor al arte.

Al comienzo del nuevo siglo, Casstillo era capaz de hacer de la carencia una virtud, de inventarse su propio escenario para desarrollarse a pesar de las dificultades del mercado. Era un hombre divertido, inquieto, desacomplejado, con ganas de crecer y con mucha capacidad creativa. Sin embargo, acababa de vivir la muerte prematura de su hermana, y ese dolor se reflejaba en el cuadro que donó a la subasta.

Casstillo ante su serie Cruces en el Camino, en su estudio de Pascual de Gayangos 15 Acc Sevilla, año 2001
1999 S/T 1999, óleo sobre lienzo, 81 x 65 cm de la serie Cruces en el Camino de Casstillo

Se trataba de una de las obras de su serie Cruces en el Camino, de 1999. Uno de sus cuadros, que representa, entre nebulosas de matices dorados y luminosos, la tortuosa relación del ser humano con el caótico mundo exterior, y donde subyace una difusa frontera entre la vida y el más allá.

Como en las anteriores ediciones, el cuadro fue adquirido en la subasta y su importe fue íntegro a sufragar parte del funcionamiento del Comité que prestaba apoyo social y psicológico a personas con sida.

En 1997 el catálogo contó con textos de reconocidos escritores implicados en la causa (Almudena Grandes, Antonio Muñoz Molina, Antonio Onetti, Antonio del Álamo) pero en esta edición de 2001 la colaboración fue exclusivamente de José Saramago, con un breve pero hermoso escrito.

Puedes leerlo y hojear todo el catálogo pinchando en este enlace:

EL EREMITA

Sinceramente, este no es el título de esta serie que ahora abordo. Sin embargo, es la primera palabra que me ha venido a la mente cuando he observado las imágenes de un hombre solo, en un lugar deshabitado, probablemente viajando en un espacio interior.

A partir de la experiencia con la muerte, y de su reflexión sobre transcendencia humana, Casstillo se sumerge en la espiritualidad de los poetas, especialmente de los místicos.

s/t 1 2001,pintura industrial y tinta sobre papel, 32,5 x 25 cm serie El Eremita de Ricardo Casstillo

La sencillez del soporte de estos dibujos de 2001 –cartón gris– complementa la austeridad que Ricardo Casstillo quiso plasmar. 

La silueta humana está proyectada sobre un estarcido, un signo habitual de su lenguaje pictórico.  Un hombre que parece saltar, caer de bruces, arrodillarse e inclinarse en soledad, en lucha contra sí mismo.

s/t 2 2001,pintura industrial y tinta sobre papel, 32,5 x 25 cm serie El Eremita de Ricardo Casstillo

Una silueta vacía, esquemática, buceando entre dos espacios. Uno metálico y firme, expresado con una pintura industrial de escaso brillo, como el hierro oxidado. El otro, un efluvio de capas cromáticas que impactan sobre él, como un destello de tintas violáceas.

Pareciera que la pintura al mezclarse entre la figura, la textura y el color se arremolina.

s/t 3 2001,pintura industrial y tinta sobre papel, 32,5 x 25 cm serie El Eremita de Ricardo Casstillo

Ricardo fue un lector seducido por los místicos y la vida de los ascetas, como San Jerónimo.  Una persona en busca de la perfección espiritual, que vivió en la renuncia de lo mundano y en la disciplina y aniquilación de las exigencias del cuerpo.

En varias ocasiones, y hasta en un cuadro de sus últimos días, Ricardo Casstillo representó a San Jerónimo entre sus obras. Conocía la vida de aquel hombre que tradujo la Biblia directamente del hebreo, y que pasó varios años viviendo como un eremita en una cueva del desierto.

s/t 4 2001,pintura industrial y tinta sobre papel, 32,5 x 25 cm serie El Eremita de Ricardo Casstillo

He querido nombrar esta serie de Casstillo como El Eremita, llevada por la lectura de la Carta XXII de San Jerónimo a Eustoquia, que con seguridad Casstillo conocía. En ella el Santo habla de su lucha interior por vencer las tentaciones, retirado a la cueva donde ayunaba, rezaba y pasaba las noches en vela, de cómo descubrió que no estaba hecho para vivir en soledad:

Yo, que por temor del infierno me había impuesto una prisión en compañía de escorpiones y venados, a menudo creía asistir a danzas de doncellas. Tenía yo el rostro empalidecido por el ayuno; pero el espíritu quemaba de deseos mi cuerpo helado, y los fuegos de la voluptuosidad crepitaban en un hombre casi muerto. Lo recuerdo bien: tenía a veces que gritar sin descanso todo el día y toda la noche. No cesaba de herirme el pecho. Mi celda me inspiraba un gran temor, como si fuera cómplice de mis obsesiones: furioso conmigo mismo, huía solo al desierto… Después de haber orado y llorado mucho, llegaba a creerme en el coro de los ángeles.

Carta XXII a Eustoquia

Pepa Pineda Villarrubia, en Sevilla el lunes 23 de octubre de 2023

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