Aquel mes de marzo de 1996 Korral mantuvo una variada actividad cultural que completaba la formación de los socios e inscritos junto a las clases y talleres que se impartían de martes a jueves.
Ricardo Casstillo llevó el flamenco a su escuela haciendo honor a la filosofía con la que dirigía Korral del Arte Factoría: “El interés reside en despertar en cada persona inquietudes nobles en libertad, que le sirvan para su formación por medio de la pintura, la escultura y otras materias artísticas, y, que sean vehículo de acercamiento al arte y al debate artístico”, decía.
En una de las actuaciones en directo programadas, Casstillo trajo el cajón y el baile flamenco al Patio de San Laureano.

El cajón afroperuano fue fruto de un mestizaje cultural que, por entonces, era un instrumento de percusión prácticamente desconocido en España. Paco de Lucía lo introdujo en sus actuaciones tras descubrirlo en una gira por Perú, lo que significó un elemento de evolución para el flamenco.
Tanto el cajón de Chupete como el baile de Manolo Reina estaban dentro de una línea alejada del purismo; eran artistas innovadores que se iniciaban en la fusión y las nuevas tendencias flamencas y Korral era el lugar perfecto para acogerlos.
El flamenco siempre estuvo presente en la vida de Ricardo Casstillo. Su tía Carmela, su hermano Kiko y su primo Francisco, grandes cantaores, llenaron de palmas y cantes su infancia; y en especial su padre, gran aficionado al flamenco, acostumbraba a poner sus discos para disfrutarlos con sus hijos en la casa.
Casstillo no cantaba, pero lucía su arte escribiendo letras flamencas. Atraído por aquel flamenco antiguo, con orígenes tan diversos como los romances cantados castellanos o la música de los moriscos, escribió estos poemas para ser entonados en siete palos distintos. Siete poemas para canciones de Cante Jondo compuestos con un lenguaje delicado y sencillo:
EL CASSTILLO SURREALISTA
Ya en la entrevista ofrecida al diario ABC en febrero de 1996, Casstillo declara “En lo más profundo soy heredero de los surrealistas y del dadaísmo”, por esta razón alterna en la misma época artística una u otra corriente.
En el caso del surrealismo – movimiento nacido en 1924 con un manifiesto de André Breton- Ricardo conecta con esa teoría de lo inconsciente y de lo irracional como medio para cambiar la vida, la sociedad, el arte y el hombre a través de la revolución; y utilizaba una técnica minuciosa y segura que le permitía captar sus emociones más profundas para sacarlas a la luz y sobrepasar lo real.

Si el surrealismo tiene como objetivo revelar los secretos de las profundidades del mundo irracional, Casstillo trabaja a través de imágenes de su subconsciente y de su mundo onírico.
El surrealismo acentúa también la preocupación social y el compromiso de su arte, como este cuadro donde despliega los colores de la bandera republicana y rinde tributo a sus combatientes.

cintas de seda, pintura industrial y emulsión fotográfica sobre Lienzo, 146 x 114 cm, 1996
Homenaje a las Brigadas Internacionales crea un contexto de trabajo, de poder y de ideales que se acerca –según el pintor Pedro Simón– al surrealismo metafísico de Giorgio de Chirico.
Este acto celebrado en Sevilla fue organizado por la Asociación de Amigos de las Brigadas Internacionales, que trataba de mantener viva la memoria de los que acudieron a España para defender la democracia entre 1936 y 1939. Contaba con la exposición de varias obras de pintores que respaldaban la causa y con una cena de hermandad con algunos de aquellos viejos brigadistas, que compartieron sus experiencias con intelectuales y artistas, como Ricardo Casstillo, pertenecientes a las nuevas generaciones.

Pepa Pineda Villarrubia, Sevilla a lunes 14 de noviembre de 2022
4 respuestas
RICARDO CASSTILLO, fue un auténtico genio.
Sí que lo fue, Antonio.
Qué bonito Pepa, y qué buen montaje. Un abrazo.
Gracias, Jaime