Fecha

2005 EXTASISGRAFÍAS DE LA GUERRA – DEL 27 AL XXI

Con esta entrada damos cierre al trabajo de Ricardo Casstillo en el año 2005.  Abordaremos dos pequeñas, pero significativas, series que forman parte de ese vasto territorio de su obra conocido como El Limbo de las Cosas. Por un lado, la serie Extasisgrafías de la Guerra, de dibujos realizados con la técnica del frottage, y por otro, la trilogía de grabados dedicada a García Lorca dentro de la colección Del 27 al XXI. No podemos dejar de señalar, con especial atención, esas primeras apariciones de sus córtex cerebrales, anticipando una línea de exploración que irá cobrando fuerza con el tiempo en su pintura.

EXTASISGRAFÍAS DE LA GUERRA.

Ya se ha puesto de manifiesto en este blog anteriormente, la enorme influencia que el surrealismo ha tenido sobre Ricardo Casstillo. Además de los insectos, como representación de la decadencia o la obsesión, tienen en este caso una considerable fuerza el automatismo psíquico, con las técnicas del frottage y el collage; la exploración del inconsciente, con los sueños como vía de acceso a lo oculto; así como las imágenes ilógicas o las escenas imposibles, que manifiestan su actitud filosófica y existencial frente al mundo.

El título, que alude al éxtasis como ironía trágica, sugiere una contradicción. El éxtasis, que normalmente asociamos con lo sublime, lo místico o lo placentero, se une en este caso la guerra, generando un oxímoron. Lo que podría interpretarse como una crítica al placer sádico, o irracional que algunas ideologías encuentran en la violencia.

R. Casstillo, Extasisgrafía de la guerra I, serie Plagas III, frottage con grafito y espray sobre papel, 32 x 44 cm, año 2005

La técnica del frottage, desarrollada por Max Ernst en 1925, era un método automático vinculado al surrealismo que ya había experimentado Casstillo, fascinado por la libertad de dejar al azar que la materia revele imágenes ocultas al ojo humano, en su serie Plagas II (1997) como podemos ver en la entrada de este blog https://ricardocasstillo.com/1997-plagas-ii/

Ahora en 2005, casi 20 años más tarde, comienza a incorporar sobre lo frotado la imagen de un córtex cerebral que se convertirá en signo indiscutible de su pintura. Un símbolo de mente y pensamiento, derivado de sus búsquedas personales sobre disfunciones cognitivas y alteraciones de la conciencia.

R. Casstillo, Extasisgrafía de la guerra II, serie Plagas III, Frottage con grafito y espray sobre papel, 32 x 44 cm, año 2005

Estos dibujos transmiten un mensaje inquietante, como si se tratara de una contaminación expansiva, una proliferación de moscas que invaden la imagen desde la derecha hacia el centro. Moscas que en otras obras de Casstillo significan decadencia, muerte, y putrefacción, aquí se vinculan con la idea de la guerra como plaga.

R. Casstillo, Extasisgrafía de la guerra III, serie Plagas III, Frottage con grafito y espray sobre papel, 32 x 44 cm, año 2005

Los trazos diagonales parecen apuntar hacia zonas específicas de la composición, como si indicaran objetivos o trayectorias de ataque, creando una tensión visual.

En el centro de esta imagen hay una figura circular que recuerda a la mirilla de un arma o a un reloj roto, aludiendo al control, al tiempo, o a un mecanismo de destrucción.  Una plaga de moscas avanza hacia el cerebro como alegoría visual de las ideologías absolutas que se infiltran en la mente humana y encienden la violencia y el impulso bélico.

R. Casstillo, Extasisgrafía de la guerra IV, serie Plagas III, frottage con grafito y espray sobre papel, 32 x 44 cm, año 2005

Extasisgrafías de la Guerra forma parte de la serie PLAGAS III, que se centra en la violencia y la guerra provocadas por el hombre.

Consciente del valor y la eficacia del arte ante problemas reales y masivos, Casstillo –en su Segunda Manifestación artística Popó– expresa una profunda actitud crítica, cargada de desencanto y desilusión frente al papel del arte en un mundo marcado por crisis ambientales, sociales y políticas. Una actitud que, se aproxima a un escepticismo radical, especialmente respecto al valor transformador del arte en la sociedad, a este propósito escribió el siguiente manifiesto:

Plagas

Llenar de imágenes la superficie de la tierra cuando 100 millones de toneladas de óxido de azufre se liberan a la atmósfera cada año, difícilmente si se convierte en un gesto.

Proveerse del material necesario para pintar y ejecutar en el plano o en el espacio una imagen, qué valor tiene para cada uno de nosotros si generamos 400 kilogramos de basura al año.  Apenas llega a ser una cándida acción. 

Cuál será el valor de este arte tan estático si más de 50 millones de seres humanos vagan hoy desplazados por el mundo, sin casa que habitar.

Por qué creer que el arte puede cambiar la sociedad cuando 4.000 millones de personas profesan alguna forma de culto más o menos religioso, arrastrándonos a actitudes fanáticas que poco tienen que ver con el arte.

Quizás deberíamos llevar nuestra idea del arte a las últimas consecuencias, si tenemos en cuenta que en 20 años hemos producido 12 millones de cadáveres localizados en varias guerras de tipo étnico, económico, religioso o político.

Ver arte no cambia nada. Hacer arte sólo cambia a unos pocos. Ver con los ojos más críticos apenas si mueve una hoja; me temo que antes de que podamos reflexionar sobre el arte ya no habrá aire suficiente para todos y para entonces se habrá producido un agujero de 25 millones de km2 en la capa de ozono que traerá nuevas preocupaciones que poco tienen que ver con el arte.

Cuando se formó la escuela Bauhaus el arte y el hombre pertenecían a una misma cosa: el mundo. Eran otros tiempos en los que lo importante era hacer ver al hombre un horizonte mejor, que sirviera como polen, que el aire fresco (pero fuerte) lo trasladara al resto del mundo.  Pero quizás no tuvo más que morir porque nació elitista, protegido por los Estados y está claro que el Estado no está contra el Estado.

Para ser honestos -artísticamente hablando- ¿qué arte o qué artista lo lleva a sus últimas consecuencias? Los discursos del arte actual están financiados por los Estados (directa o indirectamente), para ser expuestos, después, en las casas de las vanidades, como si hacer o ver arte se hubiera reducido a un mero show económico. Es verdad que hace falta un nuevo arte para un mundo viejo. Cuando André Bretón moviliza a los artistas bajo la no-bandera del surrealismo, lo hace con todas las consecuencias, toman posición él y los suyos para hacer arte también.

Ricardo Casstillo.

DEL 27 AL XXI, COLECCIÓN DE GRABADOS

La colección de grabados Del 27 al XXI se gestó como un ejercicio de diálogo entre tiempos, generaciones y lenguajes. Impulsada por el galerista sevillano César Sastre, la propuesta invitaba a diez artistas contemporáneos a reencontrarse, desde la gráfica, con la voz poética de diez autores fundamentales de la generación del 27. Así, lo que en principio parecía una conmemoración, terminó siendo una evocación de la palabra escrita sobre la superficie de la imagen.

R. Casstillo, Norma y Paraíso de los negros , acrilico, óleo, fotografía sobre lienzo 30 x 30 cm, año 2000

En esta primera entrega, Ricardo Casstillo compartió carpeta con Daniel Bilbao, Pedro Mora Frutos y Javier Parrilla, dialogando cada uno respectivamente con los textos de Luis Cernuda, Rafael Alberti, Vicente Aleixandre y, en el caso de Casstillo, con Federico García Lorca, su autor de cabecera.

R. Casstillo, El rey de Harlem, acrilico, óleo, fotografía sobre lienzo 30 x 30 cm, año 2000

No es casual que eligiera tres poemas de Poeta en Nueva York —»Norma y Paraíso de los negros», «El rey de Harlem» y «Oda a Walt Whitman»—, ni que empleara serigrafías ya realizadas en el año 2000, porque detrás de ellos había una lectura continuada de la obra de Federico y una de apropiación de su palabra y de sus símbolos en sus grabados.

R. Casstillo, Oda a Walt Whitman, acrilico, óleo, fotografía sobre lienzo 30 x 30 cm, año 2000

Estas tres obras fueron abordadas en una entrada anterior de este blog

( https://ricardocasstillo.com/2000-pintor-y-poeta-en-nueva-york/),

donde contamos con la generosa colaboración del profesor Francisco Martínez Cuadrado –coautor de Poesía del 27 y el 36 comentada–, quien destacó cómo tanto el poeta como el pintor parecían compartir una mirada crítica, e implacable sobre el mundo moderno que ofrecía Nueva York.

Las ediciones posteriores de la colección Del 27 al XXI continuarían ese ejercicio de relectura, con aportaciones de artistas como Curro González (Jorge Guillén), Miki Leal (Pedro Salinas), Concha Ybarra (Gerardo Diego), Jesús Palomino (Dámaso Alonso), Rubén Guerrero (Manuel Altolaguirre), entre otros. Cada uno, a su manera, intentó dialogar con esa generación no desde la nostalgia, sino desde la necesidad de traer sus voces al siglo XXI.

Como en sus Extasisgrafías de la guerra, también aquí Ricardo Castillo asoma su visión desencantada, su crítica feroz a la sociedad contemporánea, pero siempre acompañada de un profundo humanismo libertario y, a pesar de todo, de una desengañada fe en la capacidad transformadora del arte, aunque solo alcance a unos pocos.

Pepa Pineda Villarrubia, Sevilla. Lunes 9 de junio de 2025

Más
Artículos