¿Para cuándo dices que lo quieres?
¿Para cuándo dices que lo quieres? era el título de una curiosa exposición que organizó Margarita Albarrán en su galería de la calle Mesón de los Caballeros, 2 (Sevilla), durante los meses de abril y mayo del año 2003.
Con el propósito de incitar al visitante a cuestionarse el verdadero valor del arte, la muestra pretendía despertar el sentido crítico del público ante el arte como bien de consumo.
Constaba de cuatro cuadros de Ricardo Casstillo, Tomás Cordero, Ricardo Moreno y Víctor Pulido, respectivamente. Frente a cada uno se disponían distintos tipos de asientos que coordinaban con el color de las obras en un giño burlón. Lo explica Ricardo en el texto que acompañaba a la instalación:
«Las sillas, el sofá, se mantenían a la espera de ser ocupados y sostener la tierra media del artista, para que estos pudieran utilizar sus cabezas y establecer un diálogo lleno de cambios de impresiones acerca del arte (la pintura). La sala blanca que da refugio, sola, estaba llena con cuatro hermosos cuadros: En uno dos sillas, en otro un sofá, en los otros dos sillones y en este otro un diván. Para discutir descansando, para observar con tiempo –lejos de la prisa– y dar rienda suelta a la imaginación».
Se invitaba, así, al visitante a sentarse plácidamente a reflexionar sobre el cuadro que tenía ante sí, ante una obra que se resistía a ser asumida como un elemento más del mobiliario.

“En torno a dos sillas Ricardo Casstillo presenta su reflexión escenificada en un bodegón para gigantes” comentaba Laura Fajardo en ABC 21/04/2003
Se trata de un bodegón titulado Cravan contra Cravan, inspirado por la actitud irreverente de Dadá del que Ricardo se confesaba heredero en su I Manifiesto Popó, pero en el que no faltan los elementos esenciales del género: la botella, la copa, el cuenco, la cuchara…, verduras y frutas. Pero al mismo tiempo hace una mordaz crítica al clasicismo e incorpora elementos rompedores como esa lata de conservas abierta (una especie de vanitas), que aloja una bola de acero, junto a dos manzanas y un viejo camión de mercancías.
Un gran bodegón de dos metros por dos, en el que vuelve a utilizar rodamientos industriales (signo constante de su lenguaje), estarcidos, fotos en collage de trenes de progreso y sus inconfundibles siluetas símbolos de un hombre universal, ante una cuadrícula o un universo negro.
A la derecha del cuadro, en la mitad inferior derecha, esta silueta fumando en pipa observa ese bodegón de fondo oscuro, ––como manda el barroco–, que resalta los elementos contenidos entre dos grandes trazos informalistas. Líneas blancas que bien podrían acercarse a una –intencionadamente irregular– sección aurea, que Casstillo aplicaría para lograr una composición visualmente armoniosa.
Esa figura inquietante acompañada de su pipa y un perro, representa esa mirada crítica del intelectual que mira su entorno con un enfoque crítico, cuestionando normas, estructuras de poder y problemas sociales. Y, con un compromiso con el pensamiento y la cultura en defensa del arte, la filosofía y la educación como herramientas esenciales para el progreso.
¿Podría ser este oscuro personaje en la sombra el propio Ricardo Casstillo?
En definitiva, el bodegón encierra toda la simbología de su pensamiento crítico y su gran conocimiento de la historia y las técnicas del arte.
ARTHUR CRAVAN
La figura que da título al cuadro, Arthur Cravan (Fabien Avenarius Lloyd), era la de una especie de fenómeno circense que iba cuatro pasos por delante de la vanguardia, y ha sido considerado el precursor del dadaísmo.
Casstillo, gran estudioso de los movimientos de vanguardia, entre lecturas y pesquisas se encontró con este poeta de origen suizo, figura excéntrica, dandi, vagabundo, y provocador que combinó la literatura con el escándalo y que atacaba a escritores y artistas del momento con un tono irreverente. Sus escritos desafiaban las normas literarias y sociales, con un estilo anárquico y provocador que anticipaba el dadaísmo.
La profunda afinidad que Casstillo siente por Cravan le lleva a incorporar un retrato suyo luciendo bombín y velo de mujer, enmarcado junto a una botella, en la parte superior izquierda del bodegón.
Cravan era un tipo que rozaba los dos metros de altura. Sus hechuras de gigante y su estética eran tan llamativas como su actitud estrafalaria.
Además de su faceta literaria, fue boxeador y retó a varios campeones de la época. En 1916, participó en una famosa pelea contra el legendario Jack Johnson, excampeón mundial de los pesos pesados, en Barcelona. Perdió el combate, pero ganó notoriedad como el «poeta boxeador».
La lectura de alguno de los números de la revista Maintenant, –editada y publicada por el propio Cravan– que llegaron a sus manos y el descubrimiento de ciertas imágenes pugilísticas abrieron en Ricardo todo un universo de ideas que desarrollar. Un combate de Cravan contra Cravan podría ser un acto absurdo y provocador, una performance que ridiculiza el deporte, la literatura y la propia identidad.
Este cartel queda en la retina de Casstillo hasta el punto de llevarlo a crear un readymade (obra puramente dadaísta) con las figuras de dos púgiles de juguete en combate que luchan sobre una caja cerrada herméticamente.
El cuadrilátero está dividido: la bandera republicana y la bandera franquista a los lados de un círculo anarquista rojo y negro. Un círculo redondo para permitir al pensamiento, quizás, cambiar de dirección. El interior repleto de representaciones de una España kitsch, encerrada en sí misma. La obra denuncia, critica, se ríe, se burla y se sitúa alejado de esa sociedad inmóvil y encorsetada.

La rebeldía, su condición vanguardista y la provocación como uniforme son las influencias de Arthur Cravan que han quedado en la obra de Ricardo Casstillo.
ARTISTAS CONTEMPORÁNEOS DE HUELVA SOBRE EL PAPEL
La galería de Margarita Albarrán acogía varios pintores de Huelva, como Tomás Cordero y Víctor Pulido, presentes en esta exposición de ¿Para cuándo dices que lo quieres?
La gran cercanía, durante este período, entre esos pintores onubenses y Casstillo, su vinculación con la galería, con la Diputación de Huelva y el Centro de Arte Contemporáneo Daniel Vázquez Díaz de Nerva, a partir del premio recibido ese mismo año, propició que estas instituciones confiaran en su pluma para la publicación de un catálogo que recogía la obra de veinticuatro de estos artistas.
Bajo el título 24 Semblanzas para un papel ya pintado, Ricardo participó en la colectiva esta vez, no con su pintura, sino con un ácido texto, a veces lleno de descontento y otras de esperanzas.
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El 2003, en definitiva, fue un año crucial en su trayectoria. No solo recibió un premio y participó en cuatro catálogos y seis colectivas, sino que desarrolló casi la totalidad de su proyecto El Limbo de las Cosas I junto a diversas series de aguadas en tinta, acuarelas y barniz, El Inquilino Elemento y un proyecto de pequeñas esculturas, llamado I MODI, que promovió pero que no consiguió ver finalizado.
Pepa Pineda Villarrubia, Sevilla. Lunes, 17 de febrero de 2025
Bibliografía:
Gauchet, J & Fons, E. (2009) MAINTENANT Arthur Cravan, Colección Errantes, Ed. El Olivo Azul, Córdoba
Agradecimientos:
A Francisco Martínez Cuadrado por su inestimable colaboración en esta entrada.