1997 ARTISTAS SOLIDARIOS. MUSEO DE ARTE CONTEMPORÁNEO. SEVILLA.
Aquel grupo de voluntarios –jóvenes artistas, maestros y psicólogos–, coordinados desde 1995 por Marce, como se conocía al médico Marcelino García, consiguió por segunda vez que grandes creadores del arte contemporáneo de toda España regalasen sus obras con el objeto de recaudar fondos para el funcionamiento del Comité Ciudadano Antisida de Sevilla.
La idea, que había nacido de las sugerencias de varios artistas que propusieron donar sus obras, tuvo tanta repercusión que el equipo que coordinaba la exposición-subasta llegó a tener problemas de producción para atender a todos los artistas, galerías, empresas privadas, personas de la vida social sevillana e instituciones que se ofrecieron a colaborar.

Si en la primera edición participaron 50 artistas, ahora en 1997 fueron 69 con obras propias o cedidas por grandes galerías como la de Magda Belloti, Rafael Ortiz, Pepe Cobo, Soledad Lorenzo, Tomás March o Fausto Velázquez.
La exposición, que se había convertido en uno de los acontecimientos culturales más esperados por la comunidad artística, logró una significativa recaudación que facilitó la realización de obras en el local, pagar alquileres y comprar material para seguir prestando apoyo social y psicológico a personas con sida. Sin embargo, todavía quedaba mucho camino por recorrer; la ignorancia hacía inútil el esfuerzo de intentar combatir los virus con la intolerancia.
“Las obras expuestas en el Museo de Arte Contemporáneo, aquel lunes 1 de diciembre de 1997(El País 01-12-1997), fueron una muestra de alegría y de amor. Hablaron por sí mismas de lo que llevamos dentro”, según la organización.
Pincha aquí para ver el catálogo:
Catálogo de Artistas Solidarios, Museo de Arte Contemporáneo. Sevilla. 1997
Ricardo Casstillo participó con una obra titulada Zahoríes y fechada en 1990. Una obra distinta a las que solía trabajar en esa época, porque a principios de 1990 ya empezaba a centrarse en la pintura industrial, en lo que él mismo llamaba maquinismo conceptual y en los cilindros metálicos de la serie Otros Desiertos.

En Zahoríes, Ricardo gravita nuevamente sobre el vínculo entre el hombre y la tierra, sobre el conocimiento. Un zahorí es una persona que tiene el don de descubrir lo que está oculto bajo la tierra. Pero, más allá de esa acepción, quizás también titulara su obra en referencia a la persona perspicaz, que descubre fácilmente lo que otras personas piensan o sienten: es decir, al sabio, al maestro.
II MANIFESTACIÓN ARTÍSTICA POPÓ
Desde el 16 de mayo hasta el 14 de junio 1997 se pudo visitar la exposición de Ricardo titulada Plagas II, en el Centro de Arte Gravina de Huelva, como ya vimos en la entrada anterior.
Pero, lo que no salió a la luz fue una nota de prensa que Casstillo redactó para la inauguración en la que presentaba aquella exposición como su SEGUNDA MANIFESTACIÓN ARTÍSTICA POPÓ. En esta ocasión, a diferencia de su primer manifiesto, no hubo publicación alguna, salvo una serie de escritos en borrador que quedaron conservados en su estudio.
“Lo que importa, en obra de R. Casstillo, es el momento azaroso que se produce en el acto creativo por un lado, y el contenido metafísico de la imagen, por otro. Su materia artística es variable en función del discurso: papel, tela, lápiz, tinta, óleo, azufre y restos orgánicos derivados del azúcar forman un corpus matérico; hormigas, moscas, más moscas y esqueletos forman un corpus simbólico”, explicaba él mismo en aquella nota.

Y añadía: “Si la función del arte fuera transformar la sociedad mediante el cambio de la manera de ver, la respuesta a cualquier clisé de percepción a los que estamos sometidos constantemente, sería Escepticismo”.

Presentamos una selección de los textos conservados de su II Manifestación Artística Popó, donde se explica el sentido del término artístico Plagas:
Dibujo de la Memoria
Veo la Catedral de Sevilla y no me incita a dibujar;
veo un reguero de hormigas y trazo una línea.
Oteo la ciudad de la Giralda desde San Juan y ni me acuerdo de pintarla;
veo varias moscas sobre un papel de pescado echado a los gatos y trazo varios puntos.
Enfilo con mi vista la puesta de sol por el Aljarafe y me quedo inmóvil;
con mi anteojo veo un sapo saltar desde la orilla al agua del Río y pinto espirales.
Cuando paseo la vista por portadas barrocas, -orgullo hispalense- sólo me evocan hastío;
me siento en una banca y observo la mariposa de la polilla y trazo triángulos.
Voy a Nueva York y me embobo con tanto cristal y cemento y no soy ”Pintor en Nueva York”;
al día siguiente tomo el autobús que va a Cabra, Arahal, Lantejuela, Paradas y Badolatosa y a todos hago bocetos con mi memoria.

Opinión metafórica sobre el arte actual
Lástima de aquellas plagas apocalípticas, las nuestras -las de ahora- llevan tiempo con nosotros. Todo apunta a creer que irán a más, hundiéndonos; y en el mal viaje arrastrando a otros.
Se ha marchitado un cuerpo que es bello con un tiempo pasado al que acuden miles de moscas en su lenta descomposición, cuerpo que se irá cubriendo de insectos sin que al final quede trozo de piel alguno, formándose un todo zumbante, desquiciado por contagio.
Donde el ruido sea lugar acostumbrado y la trampa del lenguaje, junto con el dinero constituya el antisímbolo de los días que fuimos.
Perdimos la memoria del suelo y del cielo, en su lugar tela de araña hemos puesto.
Al acecho están los buitres cruzando los campos de cultivo para caer sobre nosotros como caen sobre burros muertos. En la última mirada sombras lúgubres nos dan vueltas y más vueltas. La ignorancia, la ambición, lo nada bueno.

PLAGAS
Llenar de imágenes la superficie de la tierra cuando 100 millones de toneladas de óxido de azufre se liberan a la atmósfera cada año, difícilmente si se convierte en un gesto.
Proveerse del material necesario para pintar y ejecutar en el plano o en el espacio una imagen, qué valor tiene para cada uno de nosotros si generamos 400 kilogramos de basura al año. Apenas llega a ser una cándida acción.
Cuál será el valor de este arte tan estático si más de 50 millones de seres humanos vagan hoy desplazados por el mundo, sin casa que habitar.
Por qué creer que el arte puede cambiar la sociedad cuando 4.000 millones de personas profesan alguna forma de culto más o menos religioso, arrastrándonos a actitudes fanáticas que poco tienen que ver con el arte.
Quizás deberíamos llevar nuestra idea del arte a las últimas consecuencias, si tenemos en cuenta que en 20 años hemos producido 12 millones de cadáveres localizados en varias guerras de tipo étnico, económico, religioso o político.
Ver arte no cambia nada. Hacer arte solo cambia a unos pocos. Ver con los ojos más críticos apenas si mueve una hoja; me temo que antes de que podamos reflexionar sobre el arte ya no habrá aire suficiente para todos y para entonces se habrá producido un agujero de 25 millones de km2 en la capa de ozono que traerá nuevas preocupaciones que poco tienen que ver con el arte.
Cuando se formó la escuela Bau-Haus el arte y el hombre pertenecían a una misma cosa: el mundo. Eran otros tiempos en los que lo importante era hacer ver al hombre un horizonte mejor, que sirviera como polen, que el aire fresco (pero fuerte) lo trasladara al resto del mundo. Pero quizás no tuvo más que morir porque nació elitista, protegido por los Estados y está claro que el estado no está contra el Estado.
Para ser honestos -artísticamente hablando- ¿qué arte o qué artista lo lleva a sus últimas consecuencias? Los discursos del arte actual están financiados por los Estados (directa o indirectamente), para después ser expuestos en las casas de las vanidades, como si hacer o ver arte se hubiera reducido a un mero “economic-show”. Es verdad que hace falta un nuevo arte para un mundo viejo. Cuando André Breton moviliza a los artistas bajo la no-bandera del surrealismo, lo hace con todas las consecuencias, toman posición él y los suyos para hacer arte también.
Ricardo Casstillo

A partir de este año 1997, Ricardo ya abandona sus manifiestos, van desapareciendo poco a poco aquellos insectos que profanaban flores delicadas, yemas, bulbos, brotes, sangre, o empañaban como plagas las mentes humanas. Pero los sustituye por pequeños puntos de color, espirales, líneas o triángulos que se esparcen como una red y que cruzan la atmósfera del cuadro. Siguen siendo la manifestación de esas plagas que describiera en “Dibujando la Memoria”.

Pepa Pineda Villarrubia. Sevilla, lunes 12 de diciembre de 2022
2 respuestas
Magnífica despedida de trimestre. Un abrazo.
Muchas gracias, colega de trabajos y arreglos.